Sonia y Jorge se conocieron a través de una aplicación de citas. Tras varias conversaciones divertidas y cargadas de química decidieron conocerse en persona.

Sonia vive en Valencia y Jorge en un pueblo a las afueras, decidieron quedar para una cena en un restaurante íntimo del centro de la ciudad, un lugar en el que poder charlar tranquilamente para conocerse algo mejor ya en persona.

Al llegar, Jorge sintió que el perfil de Sonia se quedaba corto para describir la sensualidad que desprendía en persona. Sonia, con una sonrisa traviesa y una mirada intensa, parecía perfectamente consciente del efecto que causaba, quizás su minifalda de tablas, sus botas altas y su camisa blanca era el punto definitivo para sumar a su ya natural sensualidad.

La cena transcurrió entre risas, bromas y miradas intensas. Las caricias, sutiles y provocadoras, comenzaron desde el primer momento. Una mano sobre la mesa, otra que rozaba una rodilla, dedos que recorrían las muñecas con intenciones claras pero todavía contenidas. Un juego morboso que transcurrió sin embargo sin besos, lo que contribuyó a que la tensión entre ambos fuese cada vez más en aumento  y ese juego de esperar y prolongar lo hacía aún más electrizante.

Al terminar la cena, decidieron ir a una discoteca cercana. Jorge pagó la cuenta y pidieron un taxi, se miraron y fue el momento en el que ya si el primer beso dulce y suave llegó mientras la mano de carlos se mantenía sobre el muslo de Sonia presionándolo levemente lo que hizo que abriese un poco las piernas dando a entender que tenía vía libre. El trayecto fue corto pero fructífero para ambos, Jorge pudo notar la humedad de Sonia y ésta saber que esa noche iba a ser suya.

Una vez dentro, la música y las luces les envolvieron, y Sonia comenzó a bailar, dejando que la música la guiara, moviéndose con una naturalidad y sensualidad que atrapaba todas las miradas. Jorge la observaba fascinado, bailaba con ella y la tocaba sutilmente escuchando algún que otro ronroneo que daba a entender que el juego estaba causando sus efectos. Fue a pedir una copa y a la vuelta ve como otro otro chico se había acercado a Sonia y estaba bailando con ella. A Jorge le dio un extraño morbo verla disfrutando del baile con otro, ver desde fuera como el desconocido rozaba sutilmente el culo de Sonia, como se pegaba a su cuerpo, seguro que estaba notando la poya de en su abdomen ya que cada movimiento de su cuerpo parecía diseñado para provocarle.

Sonia levantó la mirada y vio a Jorge bebiendo tranquilo un sorbo de su copa y su sonrisa de aprobación hizo que se agarrase al extraño aún más, sintiendo como sus pezones estaban a punto de estallar pidiendo salir de la cárcel del sujetador, un fuego que iba creciendo mientras el desconocido la besaba el cuello y Sonia veía como Jorge no perdía de vista la situación.

No resistió más y tras decirle algo al extraño Sonia se dirigió hacia Jorge, le agarró fuertemente la mano y se lo llevó a la zona de los baños, se metieron con disimulo en uno de ellos y sin mediar palabra Jorge la bajó las medias y el tanga viendo un mar de flujos que atrapó con su boca, escuchándose un gemido casi mudo seguido de un incontrolado orgasmo que Jorge tomó mientras seguía jugando con el clítoris de Sonia.

Se miraron durante unos segundos antes de que sus labios finalmente se encontraran, y fue un beso intenso, cargado de todas las caricias y miradas que habían acumulado durante la noche. Sonia le miró fijamente y le dijo “Este es el primero de muchos orgasmos que espero me consigas esta noche”.

Cuando salieron, el brillo en sus ojos y las sonrisas cómplices hablaban por sí solos. La noche acababa de empezar para ambos.

Autor