No lo teníamos previsto, pero una vez que abrimos la caja de los truenos con el primer encuentro con Alex, ya supimos que todo podría pasar desde ese día en nuestra cama.
Javier y yo decidimos tomarnos un fin de semana para desconectar de la rutina y avivar nuestra relación. Elegimos un hotel rural en medio de la sierra, un lugar tranquilo y pintoresco donde podíamos relajarnos y disfrutar de la naturaleza. Al llegar, nos recibió una cálida bienvenida y un ambiente acogedor. La habitación era perfecta: una cama grande con sábanas suaves y una vista espectacular de las montañas.
Esa noche, después de una deliciosa cena en el restaurante del hotel, fuimos al bar para tomar una copa. Allí conocimos a Ana y Marcos, una pareja encantadora que también se hospedaba en el hotel. La conversación fluyó con naturalidad y rápidamente descubrimos que compartíamos muchos intereses. Nos reímos, brindamos y, a medida que avanzaba la noche, la atmósfera se fue volviendo más íntima.
Ana era una mujer de cabello largo y ondulado, con una sonrisa que iluminaba la habitación. Marcos, por su parte, tenía una presencia magnética y una mirada profunda que no dejaba indiferente a nadie. Mientras hablábamos, sentí una conexión creciente entre nosotros cuatro, una tensión palpable que flotaba en el aire.
Después de varias copas y risas, Marcos sugirió que subiéramos a su habitación para seguir la conversación en un ambiente más privado. La idea me hizo sonreír, y al ver la mirada cómplice de Javier, supe que estaba pensando lo mismo que yo. Asentimos y nos dirigimos juntos hacia su suite.
Una vez allí, el ambiente cambió. La habitación estaba suavemente iluminada por lámparas de mesa, creando un aura íntima y acogedora. Nos sentamos en el sofá, continuando con la charla. Ana se levantó para poner algo de música, una melodía suave y sensual que llenó el espacio con una vibra acogedora.
Sentada entre Javier y Marcos, sentí el calor de sus cuerpos junto al mío. Javier me tomó de la mano, entrelazando sus dedos con los míos, mientras Ana se sentaba al lado de Marcos, mirándonos con una mezcla de curiosidad y deseo. Marcos me miró a los ojos y luego dirigió su atención a Javier, sugiriendo con su mirada lo que todos estábamos pensando.
Fue Ana quien rompió el hielo, acercándose a Javier y besándolo suavemente en los labios. Observé cómo él respondía al beso con una intensidad que me excitó profundamente. Marcos se inclinó hacia mí, su mano acariciando mi mejilla antes de que nuestros labios se encontraran. El beso fue suave al principio, luego más profundo y lleno de pasión.
Pronto, las inhibiciones se desvanecieron y el deseo tomó el control. Nos levantamos del sofá y nos movimos hacia la cama, nuestras manos explorando nuevos territorios. Sentí las manos de Marcos deslizarse por mi espalda, mientras sus labios recorrían mi cuello. Al mismo tiempo, veía a Javier y Ana entregados al placer, sus cuerpos entrelazados en una danza de deseo.
La sensación de estar con Marcos era nueva y emocionante. Su toque era firme y seguro, despertando en mí una pasión que hacía tiempo no sentía. Sus manos viajaban por mi cuerpo, desatando un torrente de sensaciones que me hacían gemir de placer. Al mismo tiempo, podía oír los suspiros de Ana y Javier, un sonido que aumentaba mi propia excitación.
Nos movimos juntos, cambiando de parejas, momento en el que le pregunté a Marcos si había probado alguna polla, a lo que contestó que no y que nunca se lo había planteado, pero yo quería volver a mi marido comiéndose una polla y le pedí a Marcos que probase a que Javi se la mamara, Ana soltó una carcajada y le pidió a Marcos que probase y nos sentamos ella y yo en el borde de la cama mientras que Marcos tumbado veía como Javi se tragaba su gorda polla hasta tocar su campanilla y empezaba un sube y baja que le hacía soltar su primer gemido.
Ana me miró con ojos que solo las mujeres entendemos, estaba celosa, me hizo sentir cariño y la di sin pensarlo un piquito que extrañada no rechazó, y la tranquilicé: “no te preocupes es el morbo y la novedad, tu que sientes” y mirándome sin decir nada tomó mi mano y la llevó a su depilado coñito y noté un mar de flujos hirviendo y por primera vez toqué un clítoris de mujer, absorta en las sensaciones que tenía volvía la realidad cuando Ana me susurró: “tu que crees que estoy sintiendo” y nos fundimos en un beso apasionado entrelazando nuestros cuerpos junto a nuestros maridos.
De repente nos vimos Javi y yo practicándole sexo oral a nuestros perfectos desconocidos y mientras nos mirábamos nos besamos y volvimos a la faena justo en el momento en el que Marcos gritaba que se iba a correr y Ana y yo volvimos la cabeza para ver que iba a suceder y yo creí morir al ver como Javi se la tragaba hasta el fondo y seguía con su movimiento hasta que Marcos apagó sus gemidos, volviéndose la cara hacia mi y rompiendo la tensión sexual con una frase épica: “cariño ya no tienes excusa para decirme que no te lo tragas, si yo a la segunda lo he hecho, tu también” y rompimos todos a reírnos.
Ana saltó como una loba y decidió que si su marido se había corrido con Javi, ella también y se metió la polla de mi chico de un golpe en su mojado coñito pidiéndole que hiciera todo lo que quisiera que quería correrse como su marido y mientras Javi se la follaba, con su mano derecha me masturbaba el clítoris hasta conseguir mi orgasmo. Ya solo faltaban ellos y María estaba dispuesta a todo y obligó a Javi a tumbarse para a renglón seguido montarlo.
Javi no podía más y la avisó, pero Ana estaba fuera de si y no le soltó lo que propició que se corriera dentro entre gemidos que parecían aullidos.
Ana estaba a punto de correrse y tras quitarse de encima de Javi me ordenó que la limpiara el semen del maricón de mi chico cosa que hice sin rechistar y en medio de unas risas nerviosas de nuestros maridos. Dos orgasmos seguidos fueron los que necesité para dejarle el coñito limpio a Ana mientras que Marcos ya recuperado hizo que yo también volviese a correrme.
Finalmente, exhaustos y satisfechos, nos recostamos en la cama, nuestros cuerpos entrelazados. Miré a Javier, su rostro iluminado por una sonrisa de pura felicidad, y supe que habíamos vivido una experiencia única y maravillosa. Ana y Marcos se acurrucaron junto a nosotros, sus respiraciones lentas y profundas mientras recuperábamos el aliento.
Nos quedamos a dormir los cuatro juntos y ya al despertarnos con sin prisa pero sin pausa volvimos a recrearnos con nuestros cuerpos, pero eso es otra historia.
Esperamos que os gusten nuestras vivencias volveremos con más en breve.