Elegí algunos conjuntos que me llamaron la atención y me dirigí al probador. Con una sonrisa, me encontré con la mirada de la dependienta, una mujer de cabello oscuro y ojos penetrantes. Sentí un cosquilleo en mi estómago cuando sus ojos se posaron en mí. Intercambiamos saludos y la pregunté sobre diferentes conjuntos que me habían llamado la atención.
Parecía que nos entendíamos e intercambiamos algún roce fugaz mientras me enseñaba y sobreponía sobre mi cuerpo algunos de los bodies que me habían gustado.
Una vez dentro del probador, comencé a desvestirme con anticipación. Me deslicé fuera de mi ropa y me quedé en ropa interior mientras examinaba las prendas que había seleccionado. El material suave se sentía exquisito contra mi piel, y los cortes favorecedores realzaban mis curvas de la manera justa.
Tan absorta estaba en mi propio reflejo que no me di cuenta de que la cortina del probador no estaba completamente cerrada. Una rendija dejaba pasar la luz del exterior, y de repente, me di cuenta de que la dependienta podía ver parte de mi figura a través de esa pequeña abertura.
En lugar de sentirme incómoda, un hormigueo de excitación recorrió mi cuerpo. La idea de ser observada mientras probaba la lencería agregó un elemento emocionante a la experiencia. Mis mejillas se encendieron de vergüenza, pero el morbo de la situación me pudo y di un paso más quedándome totalmente desnuda.
Continué probándome diferentes conjuntos, consciente de la mirada furtiva de la dependienta sobre mí. Cada vez que me ajustaba el sostén o ponía el tanga o body, podía sentir su mirada intensificarse. Era como si estuviera participando en un juego de seducción, aunque solo fuera en mi mente.
Decidí jugar un poco más. Descuidadamente abrí un poco más la cortina del probador y comencé a desabrochar el sujetador, dejando al descubierto más de mi pecho. Pude escuchar una leve inhalación detrás de la cortina, indicando que mi pequeño espectáculo no pasaba desapercibido. Una sonrisa traviesa se curvó en mis labios mientras continuaba con mi actuación.
Cada movimiento que hacía parecía destinado a provocar a la dependienta. Me deslicé fuera de las braguitas con gracia, revelando más de mi desnudez a través de la apertura de la cortina. Podía imaginarla observando cada curva, cada centímetro de mi piel expuesta. Sabía que estaba mirando mi depilado conejito lo que hizo que mis pezones se endureciesen un poco más.
Finalmente, decidí probar el conjunto más atrevido que había seleccionado: un conjunto de encaje negro que apenas cubría mis curvas. Me sentía audaz y sensual mientras me deslizaba en las prendas ajustadas, consciente de que cada movimiento estaba siendo observado. Lo pensé que me atrevería surgió de forma natural y llamé a la dependienta para que me diese su opinión.
Parecía que lo estaba esperando ya que estaba a dos pasos de mi probador, la pedí consejo: no se si se me transparenta mucho el pecho, que te parece como me hace el culo, ¿se siente muy suave es resistente? una pregunta que me dejo al borde del orgasmo cuando tranquilamente puso sus manos cerca de mis pechos, y para demostrar su elasticidad y resistencia estiró la tela rozando con el exterior de su mano mi pezón izquierdo, y acto seguido salió del probador sin mediar palabra.
Cuando finalmente acabé, la dependienta me recibió con una sonrisa que sugería que ella también había disfrutado del espectáculo y del juego. Nuestros ojos se encontraron y hubo una chispa de complicidad entre nosotros. Sabía que este encuentro dejaría una marca duradera en mi memoria, una experiencia sensual y emocionante que recordaría mucho tiempo después de salir de la tienda de lencería… o quizás no pasara tanto tiempo.
Seguiré con la segunda parte.