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El sol caía con pereza sobre el camping, tiñendo todo de un naranja denso y cálido. Caminaba de regreso de la playa con la arena pegada a la piel y el salitre aferrándose a mi cabello húmedo. El día había sido sofocante, y la brisa marina que se filtraba entre las caravanas era un alivio que refrescaba el ambiente cargado de verano. La verdad que había pasado todo el día casi desnuda con un pequeño tanga y el vestido me estaba sobrando.

Al acercarme a mi caravana allí estaban ellos. Parados junto a su caravana, conversando y riendo con una naturalidad que me llenó de nervios, pero también de una valentía desconocida. Anoche me habían visto tener un orgasmo infinito mientas les miraba,  completamente desnuda, masturbándome sin pudor mientras ellos follaban sin reservas mientras nos mirábamos y ahora, aquí estaban, como si nada, como si aquello hubiera sido tan natural como la brisa.

Me acerqué con el corazón latiéndome en el pecho, pero con la seguridad de que no podía dejar pasar esa oportunidad.

—Hola… —mi voz sonó más tranquila de lo que esperaba.

La mujer, que me parecía fascinante en su actitud desinhibida, me sonrió con complicidad. Sus piernas largas y torneadas asomaban bajo una falda ligera, y sus pechos, de un tamaño perfecto para su figura estilizada, se movían sutilmente bajo una blusa de lino por supuesto como yo sin bikini lo que permitía apreciar unos pezones duritos. Su pareja, un hombre de complexión normal, de espalda ancha y torso robusto, me miró con una sonrisa ladeada, cruzando los brazos sobre su pecho desnudo.

—Vaya, vaya… la valiente se acerca —dijo con un tono burlón.

Reí con ellos, sintiéndome extrañamente cómoda.

—Bueno, supongo que después de anoche… no queda espacio para ser tímida.

Ella soltó una carcajada encantadora, sus ojos brillando con un matiz travieso.

—Fue una noche animada, ¿verdad? —dijo con picardía—. No solemos tener un público tan entregado.

Mi piel se erizó al recordar cómo sus miradas sobre mi cuerpo desnudo habían intensificado mi placer. Me humedecí solo con la memoria. Me humedecí con ellos frente a mí.

—Me pregunto si esta noche… —dejé la frase en el aire, midiendo sus reacciones.

El hombre rápidamente soltó una carcajada profunda y rotunda.

—Oh, nena, no dejamos pasar una noche sin follar. Pero quizás esta vez podría ser algo más interesante.

La mujer se giró hacia él, cruzando los brazos con una expresión pícara.

—Podríamos invitarla a tomar algo primero… no todo es directamente follar —dijo, aunque su mirada me recorrió de arriba abajo con un deseo mal disimulado.

—Picar algo y una copa suena bien —admití, mordiendo mi labio.

Ellos sonrieron. Sabía que aquello no se quedaría solo en charlas y bebidas. Estaba nerviosa me arreglé con esmero, eligiendo una falda corta y un top sin sujetador. Quise sentirme provocativa, lista para lo que fuera que esa noche me deparara. Caminé hasta su caravana con el estómago tenso de anticipación.

—Pasa, preciosa —dijo Raúl apartando la cortina de la entrada.

En el interior, la atmósfera era cálida y acogedora, con una luz tenue y una botella de vino abierta sobre la pequeña mesa. Elena, la mujer, se sirvió una copa y me ofreció otra con una sonrisa sugerente, llevaba un vestido blanco lleno de caladitos que me permitió ver que la ropa interior brillaba por su ausencia, me excitó, me dio miedo que me gustara, pero esta noche no iba a ser yo la que se fuese a perder una aventura que nunca había planeado.

—Brindemos por las noches intensas —susurró, chocando su copa con la mía.

Bebimos, charlamos, nos reímos. Pero la tensión estaba allí, latente, creciendo con cada roce casual, con cada mirada cargada de intenciones. Elena fue la primera en dar el paso. Deslizó su mano por mi muslo y me miró con esa seguridad arrolladora que me hacía derretirme por dentro.

—Dime, Ana… ¿quieres jugar esta noche? —preguntó con voz ronca.

Mi respuesta fue inmediata asintiendo pero me equivocaba en lo que yo creía que iba a pasar. Elena me pidió que me desnudara mientras ella dejaba caer la poca tela que la cubría. La obedecí y me quedé desnuda ante ellos con Raul mirando nuestros cuerpos desnudos.

— Hoy solo vas a vernos, vamos a estar los tres pegados pero serás tu la que decidas hasta donde quieres llegar. Esas palabras recorrieron mi coñito con una fuerza del latigazo electrico de un enchufe y mis flujos comenzaron a asomar entre mis labios y me aparté a un lado de la caravana a mirar como Elena desnudaba a Raul y se metía en su boca una polla no muy grande pero si gordita que hacía que mis labios vaginales se abriesen un poco más.

Elena me pidió que me acercase a ver como su marido la penetraba poco a poco y un gemidos salió de mi boca al verlo y al sentir el roce de lamano de Elena sobre mi espalda pero lejos de retirarme permanecí oliendo el aroma del sexo en primera persona y no se porque pero acerqué la mano a la polla de Raul queriendo hacer las labores de mamporrera al sujetarla mientras Elena no paraba de botar sobre ella.

Y ese fue el pop que hizo que todo corriese, de repente una mano de Raul comenzaba a jugar con mi clítoris y a meterme un dedo mientras miraba a su mujer y la decía — Elena Ana está empapada, tenías toda la razón es tan caliente como tu— a lo que asentí y dejé que sus labios rozaran los míos, una caricia inicial que pronto se convirtió en un beso profundo y ardiente a escasos centímetros de su mujer que veía como me comía la boca con su marido.

— Ven cariño ocupa mi lugar, no podía creer lo que Elena me decía, quería que me follase a su marido y vaya si lo hice, salté como una loca hincándome hasta el fondo de mi coñito, una polla que me rompió al entrar por el grosos, pero que iba a conseguir que me corriera en pocos minutos, pero no tuve en cuenta la tercera parte de la ecuación Elena, la cual sin mediar palabra se agachó y comenzó a comer mi coñito y todos mis flujos consiguiendo un orgasmo que se escuchó en todo el camping.

Caí rendida sobre Raul y el susurrándome en el oído me dijo — es la primera vez que mi mujer se come un coñito, eso es que la has vuelto loca y va a querer más, hasta donde estás dispuesta a llegar…

 

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