Os vamos a contar una de nuestras vivencias más intensas en el mundo del intercambio de parejas.

Somos Juan y Sheila, de cuarenta y pocos años, cuerpos normales pero “en el mercado”. La historia se desarrolla en Valencia, en la zona de El Saler, si la conocéis hay una playa nudista que a nosotros nos encanta.

Habíamos pasado todo el día en la playa, aprovechamos que estábamos sin niños para ir a la zona nudista para exhibirnos un poco, nos da mucho morbo que nos vean desnudos. Comimos en la misma playa, y cerca nuestra 3-4 metros había otra pareja que como nosotros pasó allí todo el día.

Habíamos reservado para cenar en uno de los restaurantes que hay en la zona, el que conozca la playa es el que está solo a pie de playa, con unos medio muros que imitan las olas del mar. Por lo que al acercarse la hora nos fuimos a dar una ducha para quitarnos la arena y salitre. Aquí ya coincidimos con la pareja vecina, e iniciamos una conversación intrascendente sobre la playa, el buen día que había hecho… y nos despedimos.

Nos arreglamos en el apartamento. Yo ya cambiado esperaba a Sheila en el salón y casi me da algo, se puso un mini vestido blanco de punto tipo ibicenco anudado al cuello que le hacía una figura que todo hombre o mujer desearía. Pero lo mejor lo que yo siempre la pedía, no llevaba sujetador y el roce con sus pezones hacía que estos estuviesen claramente a la vista de cualquier observador. No pude por más que levantarme y deshacerme en piropos, cosa que agradeció con un piquito no sensual, lo siguiente.

Bajamos al restaurante y nos llevaron a nuestra mesa, no estaba lleno pero si que había animación y… sorpresa la pareja de la mañana justo a nuestro lado. Volvimos a saludarnos y comentamos la coincidencia, y ya de mesa en mesa (estaban relativamente pegadas) comenzamos a hablar que incluso ellas habían coincidido en el conjunto. Fran y Gema, así se llamaban nuestros vecinos, nos indicaron que sino teníamos problema en compartir la mesa y seguir charlando, a lo que Sheila dio un sí rápido y rotundo, así que variamos el plan.

La cena fue animada, poniéndonos al día de nuestras vidas, ellos eran diseñadores gráficos y web, eran de Madrid y estaban alquilados en uno de los apartamentos de nuestra urbanización pero de zona más occidental, nuestro apartamento daba a la playa. Que habían venido buscando descanso y que les había gustado mucho la zona, sobre todo la nudista, que era la primera vez que estaban en una playa nudista y que les había dado mucho morbo la situación.

Un par de botellas de vino blanco afrutado ayudaron a abrirnos un poco, contarles situaciones que habíamos vivido en la playa como los mirones que de vez en cuando andan por las dunas y a los que gustosamente les dábamos un pequeño espectáculo para que se fueran contentos, nada más que un dedete o una paja no muy descarada pero si mirándolos.

Las risas de Fran y Gema, las suyas más nerviosas, aumentaron la confianza y Gema negaba que se pudiese atrever a tanto a lo que Sheila la contestaba que no sabia lo que se perdía, el morbo de sentirse observada daba un subidón sexual que acentuaba el orgasmo. Un pequeño silencio que fue roto por Fran “pues tendremos que probarlo estos días” y volvieron las risas a la mesa. Gema ya tenía sus pezones como los de Sheila, sus pechos eran más grandes y el vestido casi no dejaba nada a la imaginación.

Gema y Sheila ya parecían íntimas, el vino hizo sus efectos a los cuatro y ya poco nos cortábamos contándonos batallitas sexuales, y en un momento dado Sheila le pide a Gema que la acompañe al baño y Fran y yo nos quedamos hablando de la suerte que tenemos con nuestras mujeres, que el no se había planteado nada de lo que hacíamos nosotros con los mirones pero que le daba morbo la situación.

A la vuelta Gema y Sheila venían juntas de la mano y cuchicheando entre ellas, y una vez se sentaron, con risillas nerviosas y tomando la iniciativa Sheila nos dice que pongamos las manos sobre la mesa y nos dan sus tangas… habían decidido que el postre nos lo tomaríamos en la playa.

Fran atónito y yo con una sonrisa de demonio que no cabía dentro de mi cara. Pagamos y tras salir directos a la playa las chicas nos contaron su plan mientras que se quitaban sus vestidos, total ya nos habíamos visto desnudos… pero no es lo mismo a que opináis igual. Habían decidido que Sheila y yo íbamos a darles un espectáculo a Fran y Gema, como hacíamos con los mirones, y a ver que pasaba. Mi grito de aprobación se escuchó en Mestalla.

El que no se creía lo que pasaba era Fran, pero seguía andando, no hablaba pero ya estaba tocándole el culo a su mujer, un culo no un culazo el de Gema. Llegamos a un punto entre las dunas y la playa en el que con la poca luz nos permitía vernos, pero sin ser vistos y pusimos en el suelo nuestra ropa cada pareja casi pegados pero separados y directamente comencé a tocar a Sheila hasta llegar a su coñito que estaba ya empapado. Miré a nuestros vecinos y le pregunté a Fran si Gema estaba mojada e inmediatamente lo comprobó con un leve gemido de Gema y un si cortado.

Desnudo ya, Sheila comenzó a comerme la poya, yo de rodillas y ella agachada con su culo en pompa, al lado nuestros Fran abierto de piernas, Gema apoyada sobre el con sus piernas también bien abiertas y Fran jugando con su conejito, a lo que no me pude reprimir y le dije “parece que os está gustando lo que veis”. Gema se mordió el labio mientras asentía con su cabeza a la vez que su chico la pellizcaba los pezones y la seguía trabajando el clítoris.

Sheila cambió su dirección y se puso a cuatro mirando hacia Gema lo que entendí como una señal para que me la follara y no lo dudé, empezando una penetración que fue suave gracias a lo lubricado de su conejito. Mis lentas embestidas hacían gemir a Sheila con un mete saca despacio que me permití saborear el momento y ver como Gema no dejaba de observarnos con una respiración entre cortada que denotaba que estaba sobreexcitada.

Sin darnos cuenta Sheila había acercado su mano a la pierna de Gema y al no sentir rechazo acercaba su cuerpo poco a poco a la pareja y les pidió permiso para ver de cerca la masturba

 

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