Mi mujer y yo ya habíamos tenido nuestros primeros acercamientos al mundo swinger y la verdad es que nos encontrábamos cómodos. Ya habíamos hablado en alguna ocasión de buscar una pareja con la que poder tener algo más estable, no un simple aquí te pillo aquí te mato, lo que no pensábamos era que sin buscarlo lo encontraríamos. Somos de Madrid, por lo que es fácil cualquier día entre semana encontrarte los locales con gente a todas horas.

Susana es una mujer que, como no puede ser de otra forma para mí, irradia sensualidad por donde va. La gusta vestir bien en todo momento. Es morena, estatura 1,70 aprox. 57 kg. unos pechos que pese a nuestros cuarenta años es precioso con una talla 90 y unos pezones rosaditos que me vuelven loco. Yo en la misma edad algo más alto 1,80 y con un cuerpo cuidado por la genética, soy bastante fibroso y el fútbol me mantiene en forma. En cuanto a mi pene tamaño medio 17-18 cm.

Os paso a relatar lo que nos ocurrió. Me encontraba en un bar de moda, con Susana a mi lado, disfrutando de una noche tranquila después de una jornada agotadora. Susana, con su cabello castaño sedoso y ojos chispeantes, irradiaba una belleza natural que siempre me dejaba sin aliento. A mis cuarenta años, seguía siendo mi mayor debilidad.

La música de fondo era animada, actual pero nada fuera de tono y la atmósfera estaba cargada de una energía excitante. Entonces, entraron ellos: Ana y Antonio. Ana tenía una elegancia innegable, con su cabello largo y oscuro que caía en ondas suaves sobre sus hombros. Sus ojos eran profundos, oscuros y misteriosos, con una chispa traviesa que me intrigaba de inmediato. Antonio, por otro lado, irradiaba confianza y masculinidad, con una sonrisa encantadora que iluminaba su rostro.

Empezamos a hablar en la barra mientras que Antonio y yo pedíamos una ronda y comenzamos a charlar animadamente. Son esas situaciones en las que no sabes el por qué la conversación fluye tranquila, por lo que decidimos presentarnos los cuatro. La química entre las dos parejas era palpable, como si el universo nos hubiera reunido en ese momento y lugar específicos. Las risas fluían con facilidad y los gestos animados fueron pasando poco a poco a cariñosos y se intercambiaban con naturalidad.

A medida que avanzaba la noche, la tensión sexual se volvía cada vez más evidente. Ana me lanzaba miradas cargadas de deseo que me hacían temblar por dentro, y yo no podía apartar los ojos de ella. Susana y Antonio también parecían estar jugando su propio juego de seducción, intercambiando miradas intensas y sonrisas sugerentes. En este juego las parejas volvíamos a estar juntas, nos intercambiábamos bailando y en una de estas Susana me dijo que se estaba excitando y que quería jugar esa noche, mi sonrisa lo dijo todo y cogió a Ana de la mano y se dirigieron al baño.

Antonio y yo nos miramos y casi no hizo falta nada más, ya sin tapujos hablamos de nuestras experiencias swinger y estuvimos de acuerdo, si ellas quieren y dan el paso nosotros nos dejaríamos llevar, el que ellas tuviesen las riendas nos daba muchísimo morbo a los dos.

Decidimos cambiar de escenario y dirigirnos a un lugar más íntimo. Caminamos juntos por las calles, con la anticipación palpitando en el aire a nuestro alrededor. Llegamos a un hotel elegante y alquilamos una suite para continuar la noche.

Una vez dentro, la tensión alcanzó su punto máximo. Nos lanzamos unos a otros con ansias desenfrenadas, como si estuviéramos poseídos por la pasión. Susana y Antonio se abrazaron con fervor, mientras Ana y yo nos entregábamos a un beso ardiente que encendía el fuego dentro de nosotros.

Nos despojamos de la ropa con urgencia, Ana tenía un cuerpazo bajo ese vestido ajustado que llevaba que quitaba el hipo, su coñito totalmente rasurado se notaba excitado y con una humedad que no pude evitar probar, comenzando una comida de coñito sobre la mesa de la habitación que inundaba mi boca de sus jugos mientras que mi polla pedía atención ya que la excitación había hecho que empezara a segregar líquido preseminal.

Tan absortos estábamos en nuestro juego que no nos percatamos, por lo menos yo que estaba de espaldas, del juego de Susana y Antonio hasta que empezó Susana a gemir lo que me obligó a hacer un alto y girar mi cabeza para ver como mi preciosa mujer cogía de la cabeza a Antonio apretándolo contra su coño como evitando que se escapara, lo que propició su primer orgasmo con unos gemidos que se pudieron escuchar en la recepción del hotel.

Ana me cogió de la mano y me llevó a la cama que ocupaban Susana y Antonio se puso a cuatro y se abrió para mi su coñito entrando con suavidad, pero fácilmente hasta el fondo mi polla, lo que propició un sonoro gemido que fue cubierto por la boca de Antonio y su sabor a coñito de Susana, lo que encendió aún más a mi partener.

Susana tenía los pechos de Ana a escasos centímetros, nunca había planteado estar con otra mujer, pero el ambiente y situación hizo que empezase a tocárselos, Ana como Susana nunca había estado con otra mujer y al principio se cortó un poco, pero tras dejarse llevar decidió pasar ella también a la acción y probar sus primero pechos de otra mujer, lo que hizo que Susana empezara a tocarse ¿y Antonio? se había retirado a observar la situación sentado sobre el pequeño sofá de la habitación, luego nos comentó que le gustaba mucho mirar a su mujer como disfrutaba.

Ana me pedía que la follara más fuerte mientras Susana ya lanzada la tocaba el clítoris y se comía los pezones de una Ana que se dedicaba a tocar el coñito de Susana con la misma intensidad que mis penetraciones. Toda esta situación me puso al borde del abismo y avisé que estaba a punto de correrme no me dio tiempo a esperar a Ana, la saqué rápidamente y la volteé para correrme sobre sus tetas como ella me pidió.

Ya fuera de juego me aparté con Antonio a disfrutar de algo que ni habíamos imaginado, ver a nuestras mujeres juntas. Susana la dijo a Ana que no se moviera que la iba a limpiar mi corrida y se puso encima suya con su muslo apretando el coñito de Ana que empezó un suave roce mientras Susana lamía su cuerpo que una vez limpio siguió devorando hasta llegar a sus pezones. Para entonces ambos conejitos se rozaban con los muslos de la otra empapándolos y desde donde estábamos viendo como ansiosos se abrían buscando placer.

Las tetas de ambas se rozaban, sus pezones estaban como piedras y de repente gemidos desgarradores de ambas nos anunciaban un orgasmo con unos coñitos que emanaban líquidos como nunca yo había podido ver, no fue un squirt pero casi, y las dos cayeron rendidas, una sobre la otra y viendo por primera vez a mi mujer besar a otra.

Y en esta Antonio no había descargado…

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